“Todos podemos enojarnos, eso es fácil. Pero enojarnos con la persona correcta, en la medida justa, en el momento adecuado, por la razón pertinente y del modo apropiado – eso no es fácil” – Aristóteles.

martes, 24 de abril de 2012

La educación emocional mejora la conducta en clase





Una asociación educativa culmina con éxito un proyecto pionero en cuatro centros de Badalona y Barcelona | El 70% de los alumnos asegura haber mejorado su comportamiento en el aula.
Once de la mañana en el instituto Júlia Minguell, en el badalonense barrio de Llefià, muy cerca del límite con Santa Coloma de Gramenet. Oriol Julià, de 28 años y educador de la asociación SEER, se acerca al patio y ojea las riñas, corrillos y juegos de los chavales. Al cabo de una hora se dirige a la clase de 1º de ESO, que hoy dedica la hora de tutoría a su taller sobre educación emocional. Los veintitantos estudiantes, de unos doce años, están bastante alborotados. Sobre un 30% son inmigrantes de primera generación, de segunda hay otros tantos. En el pupitre más cercano a la puerta hay una chica con una disminución severa, que recibe ayuda regular de una discreta auxiliar que entra y sale del aula. Hablan todos a la vez, se mofan de alguna compañera, se levantan cuando les viene en gusto y no permanecen atentos y callados más de cinco segundos seguidos.

Oriol les propone dinámicas participativas sobre la relación entre iguales. Hoy toca discutir sobre su rol individual en la clase y en el mundo. “Arturo, haber interrumpido a Michelle, ¿os ha beneficiado o perjudicado? Sé inteligente. ¿Tu o ella os sentiríais mejor o peor, sin interrupciones constantes cuando habláis?”, les inquiere. Oriol les habla de sentimientos y luego de decisiones: saber frenar los sentimientos negativos y tomar las riendas de las propias acciones. Apuntan en la pizarra los personajes que pueden interpretar durante los cuatro años de la ESO: líder, querido/a, payaso-de-otros, buen estudiante, matón/a, bromista… “Estáis en un curso muy importante, podéis decidir cómo seréis vosotros y vuestro instituto”, les invita. Mikel observa la sesión como ‘evaluador’ simbólico, ha regresado al instituto tras abandonar los estudios en 2º de ESO.

 

La educación emocional es una disciplina poco extendida pero en auge en Catalunya. Sus aplicaciones puntuales han demostrado que reforzar las habilidades de socialización (respeto, autoestima, asertividad, empatía) entre el alumnado y la inteligencia emocional de los profesores mejora la convivencia en las aulas y previene el fracaso escolar, el bullying, la homofobia, las relaciones de pareja dominantes y hasta el consumo de drogas. Es más, sin un clima normalizado en el aula, difícilmente se imparten los contenidos del currículum educativo, explica Joana Ferrer coordinadora pedagógica del Júlia Minguell. “Ya no podemos prescindir de las visitas de Oriol. ¿Verdad que nuestra misión como profesores es dar clase? Pues para poder edificar, necesitamos primero allanar el terreno”, defiende.

El proyecto Educación y Trabajo emocional para un aprendizaje de prevención, liderado por la Associació Social d’Educació de l’Emoció i la Raó (SEER) y con la ayuda del Consell de la Joventut de Barcelona (CJB) y Casal de Joves (CJ), ha beneficiado a 1.200 estudiantes de los INS Pablo Ruiz Picasso (Ciutat Meridiana), INS Barri Besòs (Besòs-Maresme), INS Júlia Minguell (Llefià) y SES Badalona (La Salut), durante dos cursos. Ha consistido en una intervención integral que, además de los talleres para los grupos-clase, ha incluido el seguimiento de 25 casos individuales, el asesoramiento de 45 tutores/as y la divulgación de la salud emocional entre unos 40 padres y madres. Al término de la experiencia, el 80% de los 400 alumnos encuestados reconoce que su actitud con los compañeros ha mejorado y observan más compañerismo, respeto y amabilidad. El 70% asegura que también ha mejorado su comportamiento general en el centro, con más participación y menos estrés y agresividad.

Las dinámicas de salud emocional reposan sobre tres pilares, que son a la vez las preguntas que el ‘facilitador’ lanza a los alumnos en cada sesión. El primer pilar es la consciencia emocional (¿Cómo me siento? ¿Cómo hago sentir a los demás? ¿Por qué he hecho esto?), el segundo es la acción personal (¿Qué decido hacer con este conflicto? ¿Qué salida me beneficia y cuál me perjudica?) y en tercer lugar la responsabilidad individual (¿Qué rol quiero tener en el grupo? ¿Cómo aplico las emociones positivas?). Las dinámicas son siempre, por norma, muy activas, frescas y participativas. La salud emocional difiere de la llamada educación en valores porque se centra más en el individuo, pero en el trasfondo comparten conceptos como la ayuda al prójimo o el respeto a la diversidad.


Información obtenida de Lavanguardia.com

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