“Todos podemos enojarnos, eso es fácil. Pero enojarnos con la persona correcta, en la medida justa, en el momento adecuado, por la razón pertinente y del modo apropiado – eso no es fácil” – Aristóteles.

jueves, 14 de junio de 2012

PROGRAMA COMPETENCIA EMOCIONAL

http://programadecompetenciaemocional.blogspot.com.es/


En este blog encontramos  una propuesta de trabajo para el desarrollo de la competencia emocional en nuestro alumnado de Educación Infantil y Educación Primaria. Contiene unidades de trabajo desde infantil hasta 6º de primaria. MUY INTERESANTE.

martes, 24 de abril de 2012

El Portal de Inteligencia Emocional

Entrevista realizada a Carmen Boix.


La educación emocional mejora la conducta en clase





Una asociación educativa culmina con éxito un proyecto pionero en cuatro centros de Badalona y Barcelona | El 70% de los alumnos asegura haber mejorado su comportamiento en el aula.
Once de la mañana en el instituto Júlia Minguell, en el badalonense barrio de Llefià, muy cerca del límite con Santa Coloma de Gramenet. Oriol Julià, de 28 años y educador de la asociación SEER, se acerca al patio y ojea las riñas, corrillos y juegos de los chavales. Al cabo de una hora se dirige a la clase de 1º de ESO, que hoy dedica la hora de tutoría a su taller sobre educación emocional. Los veintitantos estudiantes, de unos doce años, están bastante alborotados. Sobre un 30% son inmigrantes de primera generación, de segunda hay otros tantos. En el pupitre más cercano a la puerta hay una chica con una disminución severa, que recibe ayuda regular de una discreta auxiliar que entra y sale del aula. Hablan todos a la vez, se mofan de alguna compañera, se levantan cuando les viene en gusto y no permanecen atentos y callados más de cinco segundos seguidos.

Oriol les propone dinámicas participativas sobre la relación entre iguales. Hoy toca discutir sobre su rol individual en la clase y en el mundo. “Arturo, haber interrumpido a Michelle, ¿os ha beneficiado o perjudicado? Sé inteligente. ¿Tu o ella os sentiríais mejor o peor, sin interrupciones constantes cuando habláis?”, les inquiere. Oriol les habla de sentimientos y luego de decisiones: saber frenar los sentimientos negativos y tomar las riendas de las propias acciones. Apuntan en la pizarra los personajes que pueden interpretar durante los cuatro años de la ESO: líder, querido/a, payaso-de-otros, buen estudiante, matón/a, bromista… “Estáis en un curso muy importante, podéis decidir cómo seréis vosotros y vuestro instituto”, les invita. Mikel observa la sesión como ‘evaluador’ simbólico, ha regresado al instituto tras abandonar los estudios en 2º de ESO.

 

La educación emocional es una disciplina poco extendida pero en auge en Catalunya. Sus aplicaciones puntuales han demostrado que reforzar las habilidades de socialización (respeto, autoestima, asertividad, empatía) entre el alumnado y la inteligencia emocional de los profesores mejora la convivencia en las aulas y previene el fracaso escolar, el bullying, la homofobia, las relaciones de pareja dominantes y hasta el consumo de drogas. Es más, sin un clima normalizado en el aula, difícilmente se imparten los contenidos del currículum educativo, explica Joana Ferrer coordinadora pedagógica del Júlia Minguell. “Ya no podemos prescindir de las visitas de Oriol. ¿Verdad que nuestra misión como profesores es dar clase? Pues para poder edificar, necesitamos primero allanar el terreno”, defiende.

El proyecto Educación y Trabajo emocional para un aprendizaje de prevención, liderado por la Associació Social d’Educació de l’Emoció i la Raó (SEER) y con la ayuda del Consell de la Joventut de Barcelona (CJB) y Casal de Joves (CJ), ha beneficiado a 1.200 estudiantes de los INS Pablo Ruiz Picasso (Ciutat Meridiana), INS Barri Besòs (Besòs-Maresme), INS Júlia Minguell (Llefià) y SES Badalona (La Salut), durante dos cursos. Ha consistido en una intervención integral que, además de los talleres para los grupos-clase, ha incluido el seguimiento de 25 casos individuales, el asesoramiento de 45 tutores/as y la divulgación de la salud emocional entre unos 40 padres y madres. Al término de la experiencia, el 80% de los 400 alumnos encuestados reconoce que su actitud con los compañeros ha mejorado y observan más compañerismo, respeto y amabilidad. El 70% asegura que también ha mejorado su comportamiento general en el centro, con más participación y menos estrés y agresividad.

Las dinámicas de salud emocional reposan sobre tres pilares, que son a la vez las preguntas que el ‘facilitador’ lanza a los alumnos en cada sesión. El primer pilar es la consciencia emocional (¿Cómo me siento? ¿Cómo hago sentir a los demás? ¿Por qué he hecho esto?), el segundo es la acción personal (¿Qué decido hacer con este conflicto? ¿Qué salida me beneficia y cuál me perjudica?) y en tercer lugar la responsabilidad individual (¿Qué rol quiero tener en el grupo? ¿Cómo aplico las emociones positivas?). Las dinámicas son siempre, por norma, muy activas, frescas y participativas. La salud emocional difiere de la llamada educación en valores porque se centra más en el individuo, pero en el trasfondo comparten conceptos como la ayuda al prójimo o el respeto a la diversidad.


Información obtenida de Lavanguardia.com

lunes, 12 de marzo de 2012

CÓMO EDUCAR LA EMOCIONES

                                                   CONOCE Y MANEJA LAS EMOCIONES


En el presente cuaderno se presenta un concepto actual de las emociones, y quiere ser una exposición de cómo se ha pasado de la inteligencia emocional a la educación emocional y las aplicaciones que de esto se derivan en la educación formal y en la familia, situando siempre al niño y al adolescente como nuestro punto central de interés.

¿QUIEN NOS ENSEÑA A SONREIR?




Autor: Eduard Punset 11 marzo 2012 Blog de Eduard Punset
Si me preguntaran sobre la revolución que se nos viene encima y que nos va a desconcertar a todos, respondería, sin vacilar, la irrupción del aprendizaje social y emocional en nuestras vidas cotidianas.
Ahora más que nunca nos estamos dando cuenta de la necesidad de acabar de una vez por todas con el desdén sistemático hacia nuestras emociones básicas y universales. Antaño, se aparcaban las emociones -o peor aun, se destruían- en el caso de que afloraran. Sea como fuera, en ningún caso la gente profundizaba en su conocimiento y ni mucho menos se planteaba la idea de gestionarlas. Hay que tener en cuenta que el único conocimiento con el que venimos al mundo, lo poco que traemos incorporado «de fábrica», es un inventario de respuestas inconscientes a afectos, pasiones y olvidos de quienes nos rodean.
Que son innatos es algo que en realidad contemplamos desde hace ya algo más de un siglo. De entre su obra, Charles Darwin fue el autor de un tratado fascinante, pero que quizá pasó algo desapercibido a la sombra de su célebre «El origen de las especies». Hablo de «La expresión de las emociones en los animales y en el hombre», un libro cuya tesis defiende esta naturaleza innata de las emociones. En sus páginas, el naturalista analiza cómo por medio de nuestra expresión facial y de nuestra gesticulación comunicamos lo que nos pasa por dentro a los demás. Por lo general esto, expresar nuestras emociones, lo hacemos de manera instintiva: nadie nos ha enseñado a sonreír.
Antes de que podamos explicar con palabras y de modo consciente qué sentimos, desde la cuna ya damos a conocer las emociones básicas y universales que nos embargan. Y hasta ahora, no hemos sabido hacer otra cosa que machacar esos sentimientos con los que llegamos al mundo.
Afortunadamente, estamos descubriendo por fin la prioridad que deberíamos otorgar al aprendizaje emocional. Algo que está constatando la ciencia es la importancia de la gestión de las emociones básicas y universales y de su prioridad frene a los contenidos académicos como la capacidad de cálculo de los más pequeños, la caligrafía, la gramática… Incluso la adquisición de valores queda en un segundo plano. Aquí, en aprender a manejar las propias emociones –que no reprimirlas, como hemos venido haciendo durante siglos- reside la clave del éxito de los futuros adultos.
Es requisito indispensable para aprender a gestionar las emociones el saber contar con el resto de la manada. La inteligencia, sea emocional o de cualquier otro tipo, o es social o no es inteligente. Hasta tal punto es esto cierto que el reconocimiento social de lo que uno dice y hace es un buen indicador de la salud del individuo. El último mono en la escala social carece de buena salud, mientras que la de los diez primeros suele ser excelente. La relación con los demás es esencial para que el individuo sobreviva y por ello, forjar una inteligencia emocional pasa por adquirir habilidades sociales. No basta con mirarnos al obmligo, también debemos ser capaces de entender qué conmueve, perturba o alegra a quienes tenemos al lado.
No hay duda de que tenemos que tejer redes sociales. Una persona que habla dos idiomas en lugar de uno está mejor preparada para afrontar dificultades. Quien intercambia conocimientos, sentimientos, chismorreos, genes, o información con otras personas va a salir ganando por fuerza y encima, la revolución tecnológica nos brinda una oportunidad de oro. Estamos más conectados que nunca –o tenemos la capacidad de estarlo-, somos más sociales que nunca –o al menos podemos serlo- y eso es algo que no se puede desaprovechar. En nuestras manos tenemos herramientas con las que mejorar nuestro aprendizaje social y emocional: conocer la importancia del miedo, controlar la ira y empatizar con nuestro entorno.
Adquirir todas estas habilidades es algo que hay que hacer cuanto antes y para ello es necesario que la gestión emocional se introduzca en la educación desde la más tierna infancia. Hoy sabemos, gracias a la ciencia, que entre los cuatro y los diez años hay que activar los afectos en los niños para que tengan la curiosidad intelectual necesaria. Pero por sorprendente que parezca, esta tarea remonta incluso a los meses previos al nacimiento de nuestros hijos. Hasta hace poco, nadie tenía en cuenta el impacto que podrían tener los niveles de estrés de la madre en la criatura dentro de su vientre. Uno de los descubrimientos sociales de mayor trascendencia de estos dos últimos siglos es, sin duda, el impacto en su vida de adulto de lo acontecido al bebé desde su gestación.
Por si no parecen suficientes, hay más motivos que confieren urgencia a favor del aprendizaje social y emocional. Una razón de peso es el hecho de que uno de cada tres niños en educación primaria no consigue adaptarse al mismo tiempo que no tiene otro entorno social al que acudir que no sea la escuela. Posteriormente, el joven que no acaba de encajar en el entramado social y con una autoestima por los suelos, regresa fácilmente a los ritos arcaicos de la especie como la violencia, la pelea o las drogas.
La manera ideal de reducir los futuros niveles de violencia, de aumentar los de altruismo, de prevenir los tambaleos de la salud y, con ello, de disminuir la presión que está colapsando los sistemas sociosanitarios y la asfixia a todo tipo de prestaciones, pasa por la temprana puesta en práctica del aprendizaje social y emocional.
La generalización legítima de las prestaciones sociales ha provocado el colapso frecuente de los sistemas de prestaciones sanitarias, educativas, de entretenimiento o seguridad ciudadana. Para resolver esta contradicción debemos reinventar las políticas de prevención y la manera ideal de hacerlo es introduciendo la gestión emocional. Algo que se debe abordar de manera transversal desde las aulas y, tan o más importante, desde nuestros hogares. Ahora más que nunca, la educación debe apuntar al corazón y estoy convencido de que este informe contribuirá significativamente a este objetivo.

miércoles, 7 de marzo de 2012

CÓMO TRABAJAR LAS EMOCIONES EN EL AULA


¿Cómo trabajar las emociones?

Ejercicios y actividades para trabajar la educación emocional en clase, como por ejemplo:
¿Cómo me siento? Los alumnos deben contestar a esta pregunta. El objetivo es aprender a interiorizar y expresar sus emociones. Antes, deben trabajar junto al maestro el vocabulario que les ayude a identificar sus propias emociones. De paso, entrenan la lectoescritura.
Pienso y siento cosas positivas. Los alumnos identifican situaciones que les gusten, les causen alegría, y las escriben. También pueden hacerlo para destacar los aspectos que les gustan de otros compañeros.
El enojo. El profesor pide a los estudiantes que expliquen por escrito cuándo se enfadan y por qué, y cómo reaccionan al enfado de los otros, cómo se sienten.
La receta emocional. Cada alumno se imagina que es un cocinero y escoge ingredientes para hacer una receta. Entre los ingredientes se encuentran conceptos como "felicidad", "tristeza", "envidia", "tranquilidad", "vergüenza", "ilusión", "rabia" o "asco". Luego tienen que explicar por qué han escogido estos "ingredientes". También recomiendan elaborar materiales para que los estudiantes los aborden con sus padres.

martes, 14 de febrero de 2012

CONFLICTOS EMOCIONALES

CONFLICTOS EMOCIONALES  Los conflictos emocionales no aparecen sólo en las relaciones con los demás, sino también, aunque no sean tan evidentes, en las relaciones con uno mismo. Muchas veces nos negamos a admitir lo que somos, lo que nos pasa, o intentamos engañarnos a nosotros mismos, y esto tiene un gran coste psicológico y emocional. Cuando intentamos evitar el sufrimiento a base de negar la realidad, nos metemos en un camino sin salida porque entonces ya no se trata de que queramos resolver nuestro problema sino que lo que queremos es que no exista, o que se resuelva solo, pero con esa actitud lo que conseguiremos es amargarnos la vida. Gloria Martí
Nos puede hacer ver las situaciones de otro modo. Este trabajo está sacado de blog de La escuela de la alegría que cuenta con muchos materiales para el trabajo de la emociones.

jueves, 2 de febrero de 2012